Tuesday, September 20, 2011

Carta de un nieto a su abuelo cubano

La maestra le pide a sus alumnos que escribieran sobre Cuba.

Al llegar a casa el nieto se acerca y le dice, Abuelito escucha lo que escribí…….
 Cuba es una palabra SAGRADA.. Es la palabra que más yo he oído en mi vida. Creo que las primeras palabras que oí al salir del vientre de mi madre fueron las de mi abuelo gritando: ¡Carajo, llegó al mundo otro cubano!
 Cuba es una palabra que, cuando el noticiero la menciona,  yo sé que me tengo que quedar calladito, porque si no me  callo, tengo que oír a toda la familia regañándome y
 diciéndome: ¡Cállese la boca, muchacho, que están
 hablando de Cuba!
 Y si es en la televisión americana que mencionan la  palabra 'QUIUBA', ya yo sé que tengo que atender y estar listo para traducir, porque el abuelo inmediatamente,
 como un resorte, me va a preguntar: “A ver, a ver, ¿qué  están diciendo de Cuba, chico?”
 Pero a mi alrededor Cuba no es una palabra. Cuba es como  un credo, como una religión. Tal parece que todos en mi  casa tienen a Cuba en un altar. Cuba es una obsesión. Yo
 me imagino que hasta el agua bendita de las iglesias debe  de provenir de algún río de Cuba. Con lo fuerte que es mi  abuelo, y con lo mucho que me ha repetido en mi vida que
 “los hombres no lloran”, yo lo he visto llorar a él  algunas veces mientras me hablaba de Cuba.
 Cuba es como una sombra que me sigue a todas partes. Cuba  está en las conversaciones, en las discusiones, en las  fiestas, en los velorios, en los periódicos que lee mi  abuelo, en forma de islita en una cadenita que me regaló  mi abuelita, y hasta en la fiesta de quince años de mi  hermana.
 Tener la sangre cubana, esa que tanto mi abuelo me dice  que yo tengo, es muy bueno, porque me permite ir a  McDonald's y a Burger King, y después llegar a la casa y
 comerme unas croquetas y un batido de mamey, puedo  disfrutar de la música de aquí y al mismo tiempo me encanta cuando oigo a Celia Cruz diciendo: “¡Azucaaaaaa!”
 Mis compañeros de colegio tienen una sola patria, yo  tengo dos: la mía y la de mis abuelos.. Ellos tienen sus  héroes nacionales, yo tengo los míos y los de mis  abuelos. Es más, mis compañeros de colegio no tienen el  privilegio de saber quiénes fueron José Martí, Antonio Maceo o Máximo Gómez. Y yo sí sé quiénes fueron porque mi  abuelo me lo ha enseñado. Según mi abuelita, yo tengo,  por ser cubano, tres santos: San Lázaro, Santa Bárbara y  la Virgencita de la Caridad del Cobre, que me cuidan  hasta de un simple catarro.

 ¿Qué dónde está Cuba? Si alguien me lo pregunta, yo le  señalaré con el dedo índice el pecho de mi abuelo.
 Olvídense del mapamundi. Ahí está Cuba, ¡en el corazón de  mi abuelo!
 Pero mi abuelo y yo no siempre estamos de acuerdo en lo  que es Cuba... Para mí Cuba es José Canseco y para él es  Orestes Miñoso; para mí Cuba es Andy García y para él es
 César Romero; para mí Cuba es Gloria Estefan y para él es  Olga Guillot; para mí Cuba es Willy Chirino y para él  Barbarito Diez. Para mí Cuba es 'la Salsa'. Para él Cuba  es rumba y guanguancó.
 Cuba, según el mapa de este colegio, está en el Caribe,  pero la verdad es que Cuba está en mi hogar.. Cuba está  dentro del refrigerador de mi casa. Cuba está en el patio  de mi casa, en las matas de aguacate y de guayaba que  sembró mi abuelo. Cuba está en el almuerzo que me prepara  mi mamá y en el café que cuela mi abuela.
 Y no sé la calificación que recibiré por esta  composición, pero no me importa. Yo estoy contento porque  estoy seguro de que mi abuelito, con lágrimas en sus  ojos, me dará

una A.
 Un cubanito


 Y el abuelo, sonriente y orgulloso, le responde: “No, no voy a llorar. Y no solamente te doy una A, sino que te  doy un abrazo y un beso, ¡coño!”
 “¡Domitila, vieja, ven acá  para que escuches lo que escribió MI NIETO!”
Dedicado a todos los abuelos cubanos que siguen amando a Cuba como el día que la tuvieron que dejar ..y que han sembrado a Cuba con amor, en el corazón de sus familias.”

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